Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate, James y el melocotón gigante

Tu madre estará preocupada por ti. –¡Oh, no, no se preocupa nunca! –exclamó Matilda, sonriendo–. Pero me gustaría irme a casa ahora, por desire, si no tiene inconveniente. –Vete, entonces –dijo los angeles señorita Honey–. Siento haberte ofrecido una merienda tan pobre. –Nada de eso –dijo Matilda–. Me ha encantado. Las dos recorrieron el trayecto hasta l. a. casa de Matilda en completo silencio. los angeles señorita Honey percibió que Matilda lo prefería así. l. a. niña parecía tan sumida en sus propios pensamientos que apenas veía por dónde pisaba. Cuando llegaron ante l. a. puerta de los angeles casa de Matilda, dijo los angeles señorita Honey: –Harías bien en olvidar todo lo que te he dicho esta tarde. –No le voy a prometer eso –dijo Matilda–, pero sí que no hablaré de ello con nadie, ni siquiera con usted. –Creo que eso sería lo más sensato –aprobó los angeles señorita Honey. –Sin embargo, no le prometo que vaya a dejar de pensar en ello, señorita Honey –dijo Matilda–. He estado pensando en ello durante todo el camino desde su casa y se me ha ocurrido una inspiration. –No deberías hacer nada –dijo los angeles señorita Honey–. Olvídalo, por want. –Me gustaría hacerle tres últimas preguntas antes de dejar de hablar de ello –dijo Matilda–. ¿Las va a contestar, señorita Honey? los angeles profesora sonrió. period extraordinario, pensó, cómo se hacía shipment de sus problemas aquella mocosa y, además, con qué autoridad. –Bien –dijo–, eso depende de las preguntas. –La primera es ésta –dijo Matilda–: ¿Cómo llamaba l. a. señorita Trunchbull a su padre? –Estoy segura de que le llamaba Magnus –dijo los angeles señorita Honey–. Ése period su nombre de pila. –¿Y cómo llamaba su padre a los angeles señorita Trunchbull? –Se llama Agatha. Supongo que los angeles llamaría así. –Y por último –dijo Matilda–, ¿cómo los angeles llamaban a usted su padre y los angeles señorita Trunchbull? –Jenny –dijo los angeles señorita Honey. Matilda sopesó cuidadosamente las respuestas. –Deje que me asegure de que los he cogido bien –dijo–. En su casa, su padre period Magnus, los angeles señorita Trunchbull period Agatha y usted, Jenny. ¿Estoy en lo cierto? –Sí, así es –afirmó los angeles señorita Honey. –Gracias –dijo Matilda–. Y ahora, ya no hablaré más del tema. l. a. señorita Honey se preguntó qué demonios estaría pasando por los angeles mente de l. a. niña. –No hagas ninguna tontería –dijo. Matilda se rió, se volvió y se alejó corriendo por el camino que llevaba a los angeles puerta significant, desde donde gritó: –¡Adiós, señorita Honey! ¡Muchas gracias por l. a. merienda! l. a. práctica Matilda encontró los angeles casa vacía, como de costumbre. Su padre no había regresado del trabajo, su madre no había vuelto del bingo y su hermano andaría por cualquier parte. Fue derecha al cuarto de estar y abrió el cajón del aparador donde sabía que su padre guardaba una caja de puros. Cogió uno, se dirigió a su dormitorio y se encerró en él. «Ahora a practicar», se dijo a sí misma. «Va a ser duro, pero estoy decidida a hacerlo». Su plan para ayudar a l. a. señorita Honey comenzaba a perfilarse perfectamente en su mente. Lo tenía planeado en casi todos sus detalles, pero todo dependía de que ella fuera capaz de hacer una cosa muy especial con el poder de sus ojos.