Esperando la felicidad: La filosofía del deseo

Más importante que los angeles copita diaria debía de ser ese golpeteo. Ese contacto sin palabras a través del sistema de tuberías que recorría toda los angeles casa. los angeles añoranza siempre está al acecho, y los que son propensos a ella ni siquiera tienen que irse de casa para sentirla, aunque tampoco tiene uno por qué sentir añoranza al no estar en casa. Se trata de un malentendido sobre l. a. añoranza. Nunca me había sentido tan en casa como aquel miércoles por l. a. tarde, cuando por uno u otro motivo acabé en un claro en el bosque a unos cuantos kilómetros de nuestro pueblo. Debía de tener unos siete años y creo que el motivo de que acabara allí fue una fiesta de cumpleaños. Sea como fuere, todavía recuerdo muy bien lo mucho que me sorprendió el pasotismo de mis amigos que ocuparon de inmediato el lugar para usarlo como campo de fútbol. �Cómo period posible que no vieran que aquello no podía hacerse allí? Me encantaba el fútbol, claro que sí, pero dejar los abrigos tirados en los angeles hierba a modo de postes me parecía una violación de aquel santuario usual. El equilibrio con el que las hayas, los abedules y los pequeños robles formaban un círculo perfecto me impulsó a mantenerme en el borde del círculo, donde me despatchedé en el musgo, apoyado contra el tronco liso de un haya joven. No recuerdo nada más de aquella tarde y sin duda jugué al fútbol con los demás. l. a. impronta que me dejó aquel claro en el bosque cambió mi forma de ver mi entorno. period como si todo girara en torno a aquel lugar. Como si hubiese visto allí el centro del mundo. Ya no había descampado ni rincón desolado que yo no contemplara desde los angeles perspectiva de aquel lugar sagrado. Ese es sin duda el lado positivo de l. a. añoranza. Ese miedo introvertido por lo extraño puede, con igual fuerza, reunir todo lo extraño, haciendo que experimentemos l. a. diversidad del mundo como una unidad. �Este paisaje es el que más me gusta. » Siempre que paseamos en bicicleta por l. a. isla de Schiermonnikoog, llega un momento en que mi mujer pronuncia estas palabras mientras apunta a un paisaje de pinos, dunas y bosques frondosos y explica que le recuerda a los bosques de Veluwe donde vivía su abuela y donde ella pasaba los veranos de niña. Tardamos algunas vacaciones en percatarnos de que siempre lo decía en el mismo lugar y que por tanto decir �este paisaje» no period una forma adecuada de calificarlo. Me pregunté cómo es posible que percibamos un lugar único como algo basic, cómo podemos percibir ese lugar concreto y en ese preciso instante como un paisaje en basic. También me pregunté por qué un lugar en el presente nos recuerda a otro lugar en el pasado. Entonces checklisté lo que hacía yo de niño cuando jugaba en el bosque: proyectaba mi futuro en ese paisaje. De esta manera comprendí qué es lo que añoramos en realidad. No añoramos el paisaje, sino los angeles imagen feliz que labramos de él. A los angeles postre creemos que fuimos felices en ese paisaje concreto, pero aquella felicidad estaba compuesta por los angeles imagen, l. a. representación de los angeles felicidad futura. Si en otro momento volvemos a mirar al futuro —una actividad vacacional por excelencia— los angeles memoria confundirá los deseos viejos y nuevos, y tomaremos injustamente los callados paisajes detrás de nuestras proyecciones por los testigos silenciosos de nuestros sentimientos de felicidad.